martes, 29 de julio de 2008

Platónico

VILLA LIBERTADOR
En el año 1989, cuando iba a ingresar al primer año de la escuela secundaria, asistí al Colegio Adventista del Plata en Villa Libertador San Martín, provincia de Entre Ríos.
Nosotros pertenecíamos a la comunidad adventista (una rama del protestantismo) y este colegio era un internado mixto, estilo los boarding schools yankis. Chicos de todo el país y de varias partes del mundo venían a quedarse como internos. Era una experiencia muy interesante si eras adventista, porque te daba la oportunidad de vivir en otro lado, conocer mucha gente diferente y ver como era estar sin tus padres. Una amiga mía de aquel entonces había estado como estudiante interna el año anterior, y después de que me relató todas sus historias, en lo único que pensaba era en ir a ese colegio.
Muchos chicos iban porque sus padres pensaban que era lo mejor para su educación, así los jóvenes estuvieran de acuerdo o no. Otros, veían eso como una oportunidad para huir de sus casas legalmente y les pedían a sus padres que los mandaran. Como te imaginarás, mi caso fue el segundo.
Nosotros siempre fuimos gente muy humilde, entonces embarcarse en algo de esa magnitud era un poco inaccesible. Pero, según los cristianos, El Señor obra de maneras misteriosas; así fue que en marzo de ese año ingresé como alumno interno. ¿Qué me contursi?

NORMAS
Todos los internos teníamos que trabajar en algo, por lo menos una hora al día. Esta norma se había instaurado para que los jóvenes adquirieran conocimiento sobre responsabilidad laboral y, a la misma vez, para que el colegio se beneficie con la mano de obra gratis. Yo trabajaba en la cocina.
El colegio también ofrecía estudios terciarios (ahora universitarios, el tiempo pasó), y varios de los estudiantes de la carrera de Teología, trabajaban como capellanes en el hogar de varones del secundario. Esto quería decir que por las noches pasaban pieza por pieza a visitarnos (vivíamos tres chicos por pieza), veían en que andábamos y se hacían nuestros amigos. Finalmente, concluían la visita haciendo una oración con nosotros para que Jesús bendijera nuestro sueño.
Si. Extremadamente Flanders.
(la foto de la derecha pertenece a la entrada principal del colegio)

NICK
Así conocí a Nick, un chico de 20 años norteamericano pero hijo de ecuatorianos. El era nuestro capellán. Nick era un gordito muy simpático y carismático, con un ojo medio torcido (que según el, no servía). Tenía rasgos latinos y su acento también lo era, aunque un poco afectado por su nacionalidad estadounidense.
Nick era la clase de persona que a todo el mundo cae bien y que se hace querer genuinamente. Siempre estaba de buen humor, siempre te podía escuchar y siempre ponía a mal tiempo buena cara.
Podría decirse que nos llevamos bien desde el principio. Siempre que venía a mi pieza, conmigo era con quien mas hablaba. En el comedor del colegio casi siempre nos sentábamos en la misma mesa y charlábamos. Me había contado que le gustaba mucho cantar, y yo le había contado que a mi también y que estaba interesado en aprender a tocar algún instrumento. (En esa época yo todavía no era músico, justo fue en ese lugar donde se gestó mi profesión)

EL FLECHAZO
Nick era integrante de Musicap, el coro oficial del colegio. Nunca había escuchado a Nick cantar, así que cuando me enteré que el Musicap hacia un sermón cantado ese sábado a la mañana, fui al templo con muchas expectativas. (Olvidé explicar que los adventistas tienen su culto el día sábado, igual que los judíos)
Disfruté muchísimo del concierto. ¡Todo lo que escuchaba me producía tanta admiración! Creo que era la primera vez que escuchaba ese tipo de música en vivo en mis 13 años de vida, y fue una experiencia inolvidable. El ante último tema musical fue interpretado por Nick. Ese fue para mi el momento mas impactante de todos. Quedé boquiabierto. Esa voz no podía estar saliendo de ese ser humano, tenía que ser un cassette que alguien había puesto. Cuando escuchaba las canciones corales imaginaba que el tendría una buena voz, pero al escucharlo cantar solista, no era solo su voz, era la forma en la que interpretaba y enfatizaba cada palabra que emitía.
Sentí algo en el pecho, una especie de calor mezclada con taquicardia. Era una sensación tan nueva como la primer masturbación. Cuando concluyó la canción tuve ganas de pararme y aplaudir, pero los adventistas no aplauden porque es falta de respeto a Dios (alguien que los libere de su miseria ya mismo) entonces dicen “Amen” en voz baja. Creí que iba a llorar. Pero no sucedió, yo no lloro nunca.
Una vez concluido el sermón cantado, salimos todos del templo. Los integrantes del coro nos esperaban afuera con sus vestimentas corales. Al salir, nos daban la mano mientras decían a cada uno: “Dios te bendiga, hermano. Feliz sábado”.Cuando pasé por al lado de Nick, me miró con picardía y me dijo “¡Feliz sábado, hermano!” y me extendió su mano. Yo ignore su mano y lo abrace tan fuerte que casi lo ahogo. “¿Disfrutaste el concierto, Marcelo?”, me preguntó Nick con una sonrisa. “Es lo mas lindo que escuché en mi vida”, dije con el poco aire que me quedaba.

DEMENCIA ADOLESCENTE
El resto de la tarde anduve como un zombie. No podía entender lo que me estaba pasando. No recuerdo haber tenido una sensación tan fuerte como esa, antes de aquel sábado de abril de 1989.
Un enamoramiento platónico. Solo que yo todavía no sabia llamarlo así.
A partir de ese día Nick era en lo único que pensaba y para lo único que vivía, y esto lo digo literalmente. Me despertaba y pegaba un salto para bañarme rápido. Tenía que apurarme para poder estar en el comedor lo antes posible y que el me vea en la mesa y se viniera a sentar conmigo. Empecé a acudir a estudios bíblicos en inglés los sábados antes del sermón, solamente porque el iba también. En aquella época sabía poco y nada de inglés entonces era la hora y media mas aburrida de mi vida, pero estaba cerca de el, así que valía la pena. Esperaba las noches con ansia porque era el momento en el que lo iba a ver antes de dormirme. Todos los chicos se ponían contentos cuando llegaba la salida mensual en la que te permitían ir a ver a tus padres. Para mi era el momento mas triste y amargo de mi mes. Durante dos o tres días no iba a verlo y la espera se hacía insoportable. Ni hablemos de las dos semanas de vacaciones de invierno. ¡Qué freak!

MALAS NOTICIAS
Casi a fin de ese año, Nick me contó que tenía planes de seguir sus estudios en otro lado y que había tomado la decisión de no volver al colegio al año siguiente. Durante algunos minutos no supe que decir y no se cuán bien habré disimulado mi shock, pero tengo presente que me embargó una tristeza muy profunda.
Si bien tenía solo 13 años, ya había aprendido a mentir sobre mis inclinaciones. No entendía la naturaleza de mis sentimientos hacia el, todavía era muy chico para pensar si era gay o no, pero si sabía que lo que sentía iba a tener que ser un secreto. Pero ese secreto se había tornado una carga muy pesada. Todas esas horas de pensar en el, de esperarlo, de seguirlo, de quererlo tanto y sin tener una vía de escape para todas esas emociones, era casi trastornante.

LA PARTIDA
El día de su partida lo pasamos juntos. Lo ayude a empacar. El me regaló cosas que no se iba a llevar: un juego de sabanas con unas rayas rojas y azules, un perfume Drakkar Noir, algunas biromes, un block de Post-It... y no me acuerdo que mas. A la noche todos los que lo queríamos lo acompañamos a la terminal de ómnibus. Se iba a Buenos Aires y de ahí a California. ¡Uy Dios! ¡California! Era tan lejos que era lo mismo que dijera que se iba a Júpiter.
Todos lo saludaron afectivamente, uno por uno. Antes de subir al micro me abrazó y me dio un beso fuerte en la mejilla (en esa época los varones todavía no se besaban). Entonces me dijo al oído: “Te quiero mucho, nunca te voy a olvidar”. Por algún motivo eso se sintió como un golpe en la nuca.
Vi el micro de El Rápido alejarse y a el sacando la cabeza por la ventana, sonriente. Mantuve mis ojos en el vehículo hasta que se perdió en la distancia. Ya no estaba mas, se había ido. Yo, sin embargo, seguía en el mismo lugar. Ahora estaba solo frente a todo lo que seguía sintiendo con la misma intensidad, pero sin tener a quien dirigirlo.

DESCONSUELO
Volvíamos todos juntos de la terminal y yo empecé a sentir una angustia en el pecho que hacia fuerza para salir, como cuando sabes que estás por vomitar. Me acuerdo que pensé “Por favor, no. Acá no. Que nadie me vea, por favor”. Pero mi cara me delató, entonces Gabi- una amiga en común que teníamos con Nick -se acercó y me dijo “Marce, ¿te sentís bien?”. Trate de decir “Si Gabi, estoy bien. Lo único que por ahí un poco...”
La frase quedó inconclusa, hasta ahí la pude caretear. El sufrimiento de un año decidió que ya era tiempo de salir. Desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana de mis ojos cayeron ríos y ríos de lagrimas. Nunca en mis 33 años se volvió a repetir. No había palabra en el mundo que pudiera consolarme, lloraba a Nick como si se hubiera muerto. No había sentido, hasta ese momento, un dolor y un sentimiento de perdida tan grande.
Llegue a mi pieza- luego de los intentos en vano de la gente por consolarme- y me tire en la cama a seguir llorando. Había puesto las sabanas de Nick, me puse el perfume de Nick también y hasta considere pegarme en la frente un par de sus Post-it, pero no lo hice.
De esa forma, totalmente envuelto en Nick, en algún momento de la mañana me dormí por algunos minutos y luego, con la cara desfigurada como si me hubiera boxeado La Hiena Barrios, me fui a clase.

CONCLUSIÓN
Nunca volví a ver a Nick. Durante un tiempo nos escribíamos cartas, pero la frecuencia fue cada vez mas espaciada, hasta que un buen día desapareció. En aquella época no existía Internet y las cartas podían tardar un mes en llegar. De a poco pude ir superándolo, pero nunca lo olvidé.
Los años pasaron. Crecí. Me mude varias veces. Abandone la fe adventista. Terminé el secundario. Asumí mi homosexualidad. Viví. Y viví mucho. Nick paso a formar parte de los borrosos recuerdos de mi infancia.
Muchas veces, por pura curiosidad intente buscarlo por Internet sin ningún resultado. Un día encontré una página en la que hablaban de el y de su trabajo como Pastor Adventista en Texas. Dejaban una dirección de email. Después de pensarlo un momento, le escribí y le conté un poco sobre mi vida de adulto. A fin de cuentas, el había sido una figura importante en mi vida y siempre lo recordé con mucho amor. Un par de días después llegó su respuesta.
Hubiese preferido que no respondiera. Su escritura era irreconocible. Era correctamente cordial, pero seca e impersonal. Constantemente me hablaba de Dios y que si confiamos en el nuestra vida tiene sentido y todas esas idioteces. Le respondí el email, no me acuerdo que fue lo que escribí, pero si recuerdo que nunca mas respondió.
No me sorprendió. La persona que respondió no era la persona que yo conocí. Pero principalmente, la persona que era yo, no tenía casi ningún parecido con la persona que el conoció en 1989. Con el pasar de los años Nick se había convertido en uno de los tantos fantasmas que llevaba en mi cabeza, y puede que esa haya sido la mejor forma de encerrarlo en el baúl de los recuerdos.

Me doy cuenta de que viví muchas vidas, morí muchas veces y fui gente muy diferente a lo largo de mi historia. Muchas de las cosas que recuerdo siento que son recuerdos que me implantaron, que soy la continuación de alguien mas. Me cuesta creer que después de haber sido protagonista de tantas temporadas de esta serie, yo siga siendo yo. Pero a fin de cuentas, eso también es el recordatorio de que cambie.
Y lo único constante, en este mundo al menos, es el cambio.


15 comentarios:

matutesf dijo...

Es increible cuando abrimos la caja de pandora de los recuerdos y estos salen a la luz, que buena historia Marcelo, los amores y el tiempo y como nos damos cuenta que dependen de cada epoca que vamos viviendo, pensabamos, amabamos, sentíamos, estoy de acuerdo todo cambia... pero la esencia sigue siendo la misma...
Abrazos y demases (en estos momentos dan ganas de abrazarte y que te hagas chiquito...y mirar por la ventana)

Marcelo dijo...

Hacía mucho que la había redactado pero no me decidía a publicarla, hoy a la mañana fui mas impulsivo.
Gracias matu, miremos por la ventana y pongamos alguno de los temas esos
jeje

Marce

Anónimo dijo...

Muy linda historia Marcelo. Asi son los amores platonicos, muchas veces uno se enamora de una virtud de ese amor. Pero el tiempo enseña otras cosas. Vivir en un eterno presente, para no sufrir es dificil.

Marcelo dijo...

No sufrir creo que sería ideal pero un poco monotono, gracias a las cosas por las que pasamos, tenemos la sabiduría.
Gracias por pasar pamperito.

Marce

Anónimo dijo...

Muy buena la historia Marce. Creo que todos, en algun momento de nuestras vidas, tuvimos un amor platonico.
Sigo insistiendo que tambien sos muy bueno para contar historias.

Pablo (caballito)

Anónimo dijo...

Me hiciste tener coso en la panza.

Inspeculum dijo...

Esto es muy bueno, incluso más allá de la mera efusividad mnemo-emotiva.
"..sabía que lo que sentía iba a tener que ser un secreto..." es una de las tantas frases que disfruto.
Tenés una facilidad, sospecho que natural, para el autobiografismo estrábico. No sé si me explico.
No dejes de escribir, algún día alguien va a leer esto en un libro, que te resultaría más rentable, y seguramente más perdurable, que algunos Rivotril a pedal que se hacen llamar blogs.
Abrazo
A.

Marcelo dijo...

Pablo:
Gracias bombón! Valió la pena la identificación.

Camila: Lo lo de la panza está bien? No te di ulcera ni nada de eso no?? jaja

Albert: Me vas a hacer llorar. Posta. El ensayo ayer estuvo bueno, lastima que nos olvidamos de "eso" que había que dividir.

Besos a todos

*La Casalinga* dijo...

Yo elegí no ser adventista por eso de tener la obligación de trabajar al menos una hora por día!

Gracias por pasar a visitarme, Marcelo.

Marcelo dijo...

LO de trabajar una hora por día creo que es la única razón por la cual alguien se tendría que hacer adventista, todo lo lo otro que tiene que ver con ellos apesta.
DE nada Sonia, un placer visitar tu blog. Me haces reir mucho. POr suerte lo empezaste hace mucho asi que tengo mucho para entretenerme.

besos

Marce

Inspeculum dijo...

"That" thing ain't dissapear, dude.
Next tuesday evening, we'll divide up "that".
It seems we're russian mob members.
Take that.
C'ya.
A.

Marcelo dijo...

hahaha I got your drift, A.
See you next tuesday and we'll "split that atom"

Ciao

M.

eideas dijo...

Estuve dando una vuelta por tu blog y me gustó mucho la forma en que contás tus historias. En lo poco que pude leer hasta ahora, casi podría afirmar que de ninguna manera sos insensible como decís, sino absolutamente todo lo contrario. Gracias por leer mis escritos. Besos!!

Marcelo dijo...

Muchas gracias angelita. Te voy a estar linkeando desde mi blog y te seguire leyendo.

besos!

Marce

Anónimo dijo...

Una hermosura!!!
Tan enamorado...que bello...ay que lindo el amore!
Nick se lo pierde.

Beso, Julieta.