martes, 29 de julio de 2008

Platónico

VILLA LIBERTADOR
En el año 1989, cuando iba a ingresar al primer año de la escuela secundaria, asistí al Colegio Adventista del Plata en Villa Libertador San Martín, provincia de Entre Ríos.
Nosotros pertenecíamos a la comunidad adventista (una rama del protestantismo) y este colegio era un internado mixto, estilo los boarding schools yankis. Chicos de todo el país y de varias partes del mundo venían a quedarse como internos. Era una experiencia muy interesante si eras adventista, porque te daba la oportunidad de vivir en otro lado, conocer mucha gente diferente y ver como era estar sin tus padres. Una amiga mía de aquel entonces había estado como estudiante interna el año anterior, y después de que me relató todas sus historias, en lo único que pensaba era en ir a ese colegio.
Muchos chicos iban porque sus padres pensaban que era lo mejor para su educación, así los jóvenes estuvieran de acuerdo o no. Otros, veían eso como una oportunidad para huir de sus casas legalmente y les pedían a sus padres que los mandaran. Como te imaginarás, mi caso fue el segundo.
Nosotros siempre fuimos gente muy humilde, entonces embarcarse en algo de esa magnitud era un poco inaccesible. Pero, según los cristianos, El Señor obra de maneras misteriosas; así fue que en marzo de ese año ingresé como alumno interno. ¿Qué me contursi?

NORMAS
Todos los internos teníamos que trabajar en algo, por lo menos una hora al día. Esta norma se había instaurado para que los jóvenes adquirieran conocimiento sobre responsabilidad laboral y, a la misma vez, para que el colegio se beneficie con la mano de obra gratis. Yo trabajaba en la cocina.
El colegio también ofrecía estudios terciarios (ahora universitarios, el tiempo pasó), y varios de los estudiantes de la carrera de Teología, trabajaban como capellanes en el hogar de varones del secundario. Esto quería decir que por las noches pasaban pieza por pieza a visitarnos (vivíamos tres chicos por pieza), veían en que andábamos y se hacían nuestros amigos. Finalmente, concluían la visita haciendo una oración con nosotros para que Jesús bendijera nuestro sueño.
Si. Extremadamente Flanders.
(la foto de la derecha pertenece a la entrada principal del colegio)

NICK
Así conocí a Nick, un chico de 20 años norteamericano pero hijo de ecuatorianos. El era nuestro capellán. Nick era un gordito muy simpático y carismático, con un ojo medio torcido (que según el, no servía). Tenía rasgos latinos y su acento también lo era, aunque un poco afectado por su nacionalidad estadounidense.
Nick era la clase de persona que a todo el mundo cae bien y que se hace querer genuinamente. Siempre estaba de buen humor, siempre te podía escuchar y siempre ponía a mal tiempo buena cara.
Podría decirse que nos llevamos bien desde el principio. Siempre que venía a mi pieza, conmigo era con quien mas hablaba. En el comedor del colegio casi siempre nos sentábamos en la misma mesa y charlábamos. Me había contado que le gustaba mucho cantar, y yo le había contado que a mi también y que estaba interesado en aprender a tocar algún instrumento. (En esa época yo todavía no era músico, justo fue en ese lugar donde se gestó mi profesión)

EL FLECHAZO
Nick era integrante de Musicap, el coro oficial del colegio. Nunca había escuchado a Nick cantar, así que cuando me enteré que el Musicap hacia un sermón cantado ese sábado a la mañana, fui al templo con muchas expectativas. (Olvidé explicar que los adventistas tienen su culto el día sábado, igual que los judíos)
Disfruté muchísimo del concierto. ¡Todo lo que escuchaba me producía tanta admiración! Creo que era la primera vez que escuchaba ese tipo de música en vivo en mis 13 años de vida, y fue una experiencia inolvidable. El ante último tema musical fue interpretado por Nick. Ese fue para mi el momento mas impactante de todos. Quedé boquiabierto. Esa voz no podía estar saliendo de ese ser humano, tenía que ser un cassette que alguien había puesto. Cuando escuchaba las canciones corales imaginaba que el tendría una buena voz, pero al escucharlo cantar solista, no era solo su voz, era la forma en la que interpretaba y enfatizaba cada palabra que emitía.
Sentí algo en el pecho, una especie de calor mezclada con taquicardia. Era una sensación tan nueva como la primer masturbación. Cuando concluyó la canción tuve ganas de pararme y aplaudir, pero los adventistas no aplauden porque es falta de respeto a Dios (alguien que los libere de su miseria ya mismo) entonces dicen “Amen” en voz baja. Creí que iba a llorar. Pero no sucedió, yo no lloro nunca.
Una vez concluido el sermón cantado, salimos todos del templo. Los integrantes del coro nos esperaban afuera con sus vestimentas corales. Al salir, nos daban la mano mientras decían a cada uno: “Dios te bendiga, hermano. Feliz sábado”.Cuando pasé por al lado de Nick, me miró con picardía y me dijo “¡Feliz sábado, hermano!” y me extendió su mano. Yo ignore su mano y lo abrace tan fuerte que casi lo ahogo. “¿Disfrutaste el concierto, Marcelo?”, me preguntó Nick con una sonrisa. “Es lo mas lindo que escuché en mi vida”, dije con el poco aire que me quedaba.

DEMENCIA ADOLESCENTE
El resto de la tarde anduve como un zombie. No podía entender lo que me estaba pasando. No recuerdo haber tenido una sensación tan fuerte como esa, antes de aquel sábado de abril de 1989.
Un enamoramiento platónico. Solo que yo todavía no sabia llamarlo así.
A partir de ese día Nick era en lo único que pensaba y para lo único que vivía, y esto lo digo literalmente. Me despertaba y pegaba un salto para bañarme rápido. Tenía que apurarme para poder estar en el comedor lo antes posible y que el me vea en la mesa y se viniera a sentar conmigo. Empecé a acudir a estudios bíblicos en inglés los sábados antes del sermón, solamente porque el iba también. En aquella época sabía poco y nada de inglés entonces era la hora y media mas aburrida de mi vida, pero estaba cerca de el, así que valía la pena. Esperaba las noches con ansia porque era el momento en el que lo iba a ver antes de dormirme. Todos los chicos se ponían contentos cuando llegaba la salida mensual en la que te permitían ir a ver a tus padres. Para mi era el momento mas triste y amargo de mi mes. Durante dos o tres días no iba a verlo y la espera se hacía insoportable. Ni hablemos de las dos semanas de vacaciones de invierno. ¡Qué freak!

MALAS NOTICIAS
Casi a fin de ese año, Nick me contó que tenía planes de seguir sus estudios en otro lado y que había tomado la decisión de no volver al colegio al año siguiente. Durante algunos minutos no supe que decir y no se cuán bien habré disimulado mi shock, pero tengo presente que me embargó una tristeza muy profunda.
Si bien tenía solo 13 años, ya había aprendido a mentir sobre mis inclinaciones. No entendía la naturaleza de mis sentimientos hacia el, todavía era muy chico para pensar si era gay o no, pero si sabía que lo que sentía iba a tener que ser un secreto. Pero ese secreto se había tornado una carga muy pesada. Todas esas horas de pensar en el, de esperarlo, de seguirlo, de quererlo tanto y sin tener una vía de escape para todas esas emociones, era casi trastornante.

LA PARTIDA
El día de su partida lo pasamos juntos. Lo ayude a empacar. El me regaló cosas que no se iba a llevar: un juego de sabanas con unas rayas rojas y azules, un perfume Drakkar Noir, algunas biromes, un block de Post-It... y no me acuerdo que mas. A la noche todos los que lo queríamos lo acompañamos a la terminal de ómnibus. Se iba a Buenos Aires y de ahí a California. ¡Uy Dios! ¡California! Era tan lejos que era lo mismo que dijera que se iba a Júpiter.
Todos lo saludaron afectivamente, uno por uno. Antes de subir al micro me abrazó y me dio un beso fuerte en la mejilla (en esa época los varones todavía no se besaban). Entonces me dijo al oído: “Te quiero mucho, nunca te voy a olvidar”. Por algún motivo eso se sintió como un golpe en la nuca.
Vi el micro de El Rápido alejarse y a el sacando la cabeza por la ventana, sonriente. Mantuve mis ojos en el vehículo hasta que se perdió en la distancia. Ya no estaba mas, se había ido. Yo, sin embargo, seguía en el mismo lugar. Ahora estaba solo frente a todo lo que seguía sintiendo con la misma intensidad, pero sin tener a quien dirigirlo.

DESCONSUELO
Volvíamos todos juntos de la terminal y yo empecé a sentir una angustia en el pecho que hacia fuerza para salir, como cuando sabes que estás por vomitar. Me acuerdo que pensé “Por favor, no. Acá no. Que nadie me vea, por favor”. Pero mi cara me delató, entonces Gabi- una amiga en común que teníamos con Nick -se acercó y me dijo “Marce, ¿te sentís bien?”. Trate de decir “Si Gabi, estoy bien. Lo único que por ahí un poco...”
La frase quedó inconclusa, hasta ahí la pude caretear. El sufrimiento de un año decidió que ya era tiempo de salir. Desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana de mis ojos cayeron ríos y ríos de lagrimas. Nunca en mis 33 años se volvió a repetir. No había palabra en el mundo que pudiera consolarme, lloraba a Nick como si se hubiera muerto. No había sentido, hasta ese momento, un dolor y un sentimiento de perdida tan grande.
Llegue a mi pieza- luego de los intentos en vano de la gente por consolarme- y me tire en la cama a seguir llorando. Había puesto las sabanas de Nick, me puse el perfume de Nick también y hasta considere pegarme en la frente un par de sus Post-it, pero no lo hice.
De esa forma, totalmente envuelto en Nick, en algún momento de la mañana me dormí por algunos minutos y luego, con la cara desfigurada como si me hubiera boxeado La Hiena Barrios, me fui a clase.

CONCLUSIÓN
Nunca volví a ver a Nick. Durante un tiempo nos escribíamos cartas, pero la frecuencia fue cada vez mas espaciada, hasta que un buen día desapareció. En aquella época no existía Internet y las cartas podían tardar un mes en llegar. De a poco pude ir superándolo, pero nunca lo olvidé.
Los años pasaron. Crecí. Me mude varias veces. Abandone la fe adventista. Terminé el secundario. Asumí mi homosexualidad. Viví. Y viví mucho. Nick paso a formar parte de los borrosos recuerdos de mi infancia.
Muchas veces, por pura curiosidad intente buscarlo por Internet sin ningún resultado. Un día encontré una página en la que hablaban de el y de su trabajo como Pastor Adventista en Texas. Dejaban una dirección de email. Después de pensarlo un momento, le escribí y le conté un poco sobre mi vida de adulto. A fin de cuentas, el había sido una figura importante en mi vida y siempre lo recordé con mucho amor. Un par de días después llegó su respuesta.
Hubiese preferido que no respondiera. Su escritura era irreconocible. Era correctamente cordial, pero seca e impersonal. Constantemente me hablaba de Dios y que si confiamos en el nuestra vida tiene sentido y todas esas idioteces. Le respondí el email, no me acuerdo que fue lo que escribí, pero si recuerdo que nunca mas respondió.
No me sorprendió. La persona que respondió no era la persona que yo conocí. Pero principalmente, la persona que era yo, no tenía casi ningún parecido con la persona que el conoció en 1989. Con el pasar de los años Nick se había convertido en uno de los tantos fantasmas que llevaba en mi cabeza, y puede que esa haya sido la mejor forma de encerrarlo en el baúl de los recuerdos.

Me doy cuenta de que viví muchas vidas, morí muchas veces y fui gente muy diferente a lo largo de mi historia. Muchas de las cosas que recuerdo siento que son recuerdos que me implantaron, que soy la continuación de alguien mas. Me cuesta creer que después de haber sido protagonista de tantas temporadas de esta serie, yo siga siendo yo. Pero a fin de cuentas, eso también es el recordatorio de que cambie.
Y lo único constante, en este mundo al menos, es el cambio.


lunes, 28 de julio de 2008

Odio Las Drogas Pero Ellas Me Aman 2: Marihuana

Para leer la primer parte de esta serie, hacé click acá.

Es casi imposible explicar el efecto de una droga. Cuando la gente me dice “Che, Marce ¿qué te hace el porro?” yo digo “Me es tan difícil como explicarle a un niño que se siente un orgasmo”. Recordemos que las drogas no tienen el mismo efecto sobre toda la gente, así que cualquier experiencia que te cuenten es bastante subjetiva.

La Marihuana hoy en día no es solo una droga, es un evento social cotidiano como lo es tomar mate. Mucha gente directamente no lo considera una droga. La policía si, sin embargo, así que no te hagas el loco.
Estos días se fuma un porro para cualquier cosa: para trabajar, para coger, para ir a bailar, para ver una película, para comer, para escuchar música... en fin, parece que todo gusta mucho mas con marihuana. El nivel de consumo es sorprendente. En la época en la que yo empecé a consumir- allá por el año 1992- no veías gente por la calle fumando, y tampoco fumaba todo el mundo. Tampoco veías a los niños consumir, ahora los pendejos cuando te descuidas te dan clases. Hace un tiempo estaba fumando uno con un amigo mientras esperábamos el 60 y se acerca un pendejo que tendría no mas de 14. Nos pide una seca. Yo me reí y le dije “Vos tendrías que estar tomando Nesquick”. El pendejo me dijo “Vos tendrías que estar aportando para la jubilación”. Decí que yo no le pego a nadie, así que me reí. Igualmente le dije “ Tomatelas que esto es cosa de grandes”. Dijo algo por lo bajo como “chupame un huevo”. Yo no le voy a dar ninguna droga a alguien que ni siquiera le salta leche del pito cuando se masturba. Que se curta y que vuelva en unos años.

Hace un tiempo, estaba en la casa de mi amiga Ivanna. Estaba muy fumado y quise postear todo lo que escribía. Me parecía que era mas interesante eso que hablarles científicamente. Mas tarde, cuando se me pasó y lo leí, terminé de entender que fumado no sirvo para nada. Igualmente lo corté y edité un poco, acá esta:

Pensaba escribir sobre la marihuana contando alguna experiencia pasada, pero hace no menos de cinco minutos acabo de encender un porro en la casa de una amiga y ahora estoy re loco. Creo que nunca escribí nada estando re loco. Si repito muchas cosas sabe entender que me voy olvidando de lo que escribo paulatinamente.

Uy, ahora creo que se me fueron las ganas de escribir. Así que sigo después.

Ya volví. Había parado para tomar el ultimo Dr. Lemon que quedaba en la heladera.
La verdad es que el porro está bueno y me doy cuenta cada vez que lo fumo. La primera vez fue cuando estaba en el colegio secundario, en la puerta de la casa de uno de mis compañeros. No me acuerdo bien como fue (y menos ahora) pero alguien prendió un porro en la puerta y nos pusimos a fumar. Obviamente como yo era el nuevo canchero desde que tomaba alcohol y fumaba tabaco, me hice el que ya había probado y fumé. Al principio no pasó nada. Después de fumar salude a todo el mundo y me fui para mi casa. Cuando estaba llegando a mi casa en mi cabeza sonaba Revolution #9 sin parar.
Uyyy que paso!! Che para ahora no entiendo nada y me da paja ponerme a leer lo que escribí.
Pito culo tetas guascaaaaaaaaaaa concha bolas pete cojo chupo jajajjaja
Quiero decir bocha de malas palabras y pensé que sabía mas pero se re pocas. Lo que me pasa con el porro es que me manda muy a mi mundo y aveces me pego unos viajes astrales jodidos.
Ivanna dijo “Hay olor a quemado. ¿Nos estaremos prendiendo fuego?”
La marihuana se fuma. Pero también si la cocinas con algo medio enmantecado, te la podes lastrar. Te da hambre y si sos fumador te da ganas de fumar. Sentís la boca un poco seca quizás y te puede dar sed. El porro también te da una sensación de que no entendés nada pero a la vez entendés otras cosas mejor, como estoy yo ahora.
Ahora me dieron un poco de ganas de coger creo. Siempre me pasa con el porro. Pero ahora es tarde y no tengo con quien. Si cojo solo voy a pensar que soy re pajero. Aunque un poco pajero soy. Me hago la paja bastante. Esta re bueno, que te pasa. De tanto hablar de la paja se me re paró.
Ivanna me acaba de decir: “Uy, ¡mira este perro! ¿Como podés tener un hijo así? Es como Pinky y Cerebro, pero Cerebro. A mi me da risa. Chupala
Al principio cuando fumaba porro me agarraban viajes astrales peores a los de ahora. Me iba y no podía entender nada de nada. En Bariloche (viaje de egresados) fumamos porro antes de ir a un boliche y lo único que me acuerdo de esa noche es luces rojas en el piso. Me agarra también como una sensibilidad en el cuerpo, por eso coger de porro esta tan bueno. Sentís que uhhhhhhaaaaaaaa ouuuuuuoooooooo, es terrible. Y si tenes piel con la persona que estás, te volás a la mierda. Es una experiencia re intensa. Siempre pienso, cuando me drogo con algo y tengo alguna revelación, que carajo me reveló. O sea si te drogas para nada es al pedo, porque después una vez que se te pasó el efecto es como si no hubieras fumado nada. Pero si descubrís cosas que recordás después, entonces esta buenísimo. Que se yo. Para mi es así.
Esto pasa. No estoy fumando porro nunca casi. Entonces cuando fumo me pongo de la gorra. Esta bueno. No te explico como me estoy meando. Me hubiera gustado postear algo mas científico pero no se ni da que me ponga a buscar, si querés que te busque algo en Internet, pagame puto.
Ah el porro también te da bocha de hambre y querés comerte todos los postres, así que si sos medio gordo y no querés engordar mas no fumes porque cagaste, sino fuma y se feliz con toda la comida pero después no digas ayy puta madre estoy gordo estoy re triste. Bueno igual es de buena onda que lo digo. Ah, una cosa que esta buena también es colgarte con la música. Yo ahora me puse los auriculares y la estoy re flasheando, así que voy a parar de escribir porque me hinche las pelotas.

Chau

jueves, 24 de julio de 2008

Clase Abierta De Sexo Anal

Advertencia: Este post puede ser no apropiado para gente impresionable. Gracias

INTRODUCCIÓN
A ver… se algo al respecto. No te voy a chamullar, es imposible que te enseñe a coger por el culo, por lo menos no por acá. Lo que si puedo hacer, como digo siempre, es transmitirte mi experiencia porque al haber cumplido tanto un rol (activo) como el otro (pasivo), te puedo dar las dos campanadas: tilín, tilín, tillín...tolón, tolón.

HISTORIA
El sexo anal es mas viejo que el mundo. El hombre siempre que encuentra algún agujero se le ocurre intentar meter su pito en el, así que estamos hablando de una práctica milenaria. Fin de la historia.

POLÉMICA
Mucho se habla sobre si el sexo anal es contra natura. Creo que es natural porque es instintivo. Si dejas a un hombre que fue criado en la selva y ve a otro (o a otra) correteando por la maleza con sus suculentos pompis al aire, te puedo asegurar que no va a cuestionarse la naturaleza de su ganas de ponerla. En un tiempo se decía que sexo anal era una práctica homosexual. Viendo porno comprobamos que no es así, a fin de cuentas la pornografía es un ranking visual de las cosas que a la mayoría le gusta hacer.

¿ESTÁ BUENO?
Y, yo te voy a decir que si, obvio. En una página de internet encontré algo: “Aumenta la sensación de dominación para el que cumple el rol pasivo y la de virilidad para el que cumple el rol activo” Podrán decir que no, pero el morbo principal está ahí.

PARA QUE TODO FLUYA
El sexo anal es del bocho. A muy poca gente le resulta agradable meterse algo ahí atrás solamente porque si. Funciona cuando lo deseas, cuando te ratoneas con eso. Tu cuerpo se va a relajar solamente cuando estés mas caliente que una negra en baile, y si es así, no duele. Solo duele porque vos lo contraes. Hay gente que me dijo “¡Pero Marce, yo te juro que me re caliento con mi novio y re quiero que me coja, pero después me la quiere meter y me duele!” Te voy decir una sola cosa, mentís.
Mas allá de esto, si las cosas no fluyen como uno quiere, bajemos un cambio. Si nos mandamos a hacer algo sin la preparación necesaria, no solo que va a doler, sino que te podes traumar. Hubo gente que después de una experiencia mala se quedó en un rincón chupandose el dedo por diez años, cantando Eres Piel Morena.

HIGIENE
Si, señores. Llegamos a la parte engorrosa. Uno de los usos del culo es defecar, es así. En las venas hay sangre, en la vejiga hay pis, en la boca hay saliva. Bueno, habrás notado que en el culo suele haber mierda.
Hay gente que le gusta el sexo anal sucio. (Luchita en la mierda, body painting de mierda, bombitas de mierda y ducha de mierda, si se quiere.) La gran mayoría, sin embargo, prefiere la higiene. Así que lo que tengas que hacer en el baño, hacelo. No esperes a que tu novio llegue, se caliente y después 1) pares y digas “mi amor, espera que tengo que ir al baño” o 2) no digas nada y en el momento del traque traque el flaco se encuentre con la cancha embarrada. Tenelo en cuenta porque muchas veces esa situación es irremontable.
Ah, me olvidaba. Si tenés que hacer pis, hacelo. Y si no dan ganas, trata de que den. Estar meándote mientras te están dando la masculinidad puede ser muy molesto.

LUBRICACIÓN
Fundamental. La vagina se lubricará sola cuando la mujer esta hecha una llamará, pero el culo no. Podes estar arrancándote los pelos de la calentura que tenés, que esa zona va a seguir seca como esperanza de pobre. Incluso, a medida que la diversión transcurre, el elemento se va secando y esta bueno volver a lubricar. Hay gente que le basta con usar su propia saliva. Si esto no es suficiente, es preferible usar un lubricante (recomiendo Kemial y si no tienen, Tulipán también garpa). Además, si estamos con ganas de juguetear podemos usar el lubricante en otras partes del cuerpo también y puede ser flashero. Andan repartiendo muestras gratis del warming gel este. Ojo, que por hacerte el progre podes terminar con el orto quemado.

PREPARACIÓN
Los flacos tienen que ser pacientes. No saben que es estar del otro lado (supuestamente). En el culo te puede entrar un bate de baseball si haces las cosas bien, así que anda de a poco que hay tiempo. Los juguetitos me dan un poco de risa, pero funcionan. Usémoslos. No pasa nada con ir aun sex shop y solicitar asistencia. Para eso están, a fin de cuentas.
Para alguna gente los dedos (bien lubricados) son una buena forma de empezar. Para otra gente, el uso del dedo es una agresión y se cierran más que si les quisieras dar tu dote. Me dijeron que los consoladores pueden ir como piña, pero no sabría decirte, ahí siempre prefiero la verdad. Lo importante es que para el momento en el que hayamos terminado, el culo de la otra persona este agrandado. Estaría bueno que el futuro cogido controle la primer penetración, sea de juguete, de pene o de dedos.

PROFILAXIS
Siempre. Ya sabemos porque.

JUEGUETEOS
El masaje de nalgas y la lamida de ano, si están bien hechos pueden ser como drogarte sin drogarte. Es una zona donde la piel es demasiado sensible. Que te pasen la lengua puede ser raro la primera vez, pero garpa como loco. Así que si sos uno de los que dicen “No me dejo chupar porque no soy puto”, aflojá porque estás haciendo mal negocio.
Este jugueteo te puede predisponer muy bien para lo que va a seguir. Pero ojo, no devoremos esa sentadera como perros en cautiverio colombiano, para llegar a eso hay tiempo. Tiene mucho mas efecto si se empieza casi sin tocar y se va de a poquito. Si está hecho así, va a llegar un momento en el cual el otro te va a suplicar que pases a la siguiente etapa prácticamente de rodillas, y ahí, agarrate catalina (catch yourself kathleen).

Juguetear con la cabeza del miembro alrededor de las compuertas del placer, también hace que el otro sienta la necesidad de ayudar a que ese fenómeno se produzca. Y está bueno que también se empiece de a poco, después decontrolate todo lo que quieras. (No quiero ser corta mambo, pero ponete el forro antes de volverte loquito).

Los espejos a mi me gustan, no si será que soy medio exhibicionista o que, pero estar viendo lo que esta pasando ao vivo es muy estimulante. Si vamos a implementar la clásica postura perrito, poner un espejo por debajo y ver lo que ocurre entre los dos cuerpos te hace sentir que estás en una porno. Es divertido.

ALGUNAS POSICIONES
Por ahí te sirve empezar con patita al hombro. Esta es buena cuando recién empezás porque te deja ver la cara del otro y te ayuda a tomar confianza.
La clásica perrito de la que hable recién, sirve pero para cuando ya estás entregado/a y no te importa nada.
La mesa está buena también, es una alternativa a la patita al hombro. Te acostás en el borde de la mesa boca arriba y le permitís al otro tener la altura exacta para que “sus cuerpos se fundan”. Varias personas me dijeron que esta posición les ayudo también para empezar, así que probala.
Boca abajo puede ser buena, pero es mas un juego de poder que otra cosa. El otro se siente el mas macho porque te la está clavando y vos estás ahí abajo imposibilitado de moverte y de hacer nada (“Suélteme degenerado, que pretende usted de mi”). El control y el dominio lo tiene totalmente la otra persona.
La cabalgata te puede ayudar a que vos decidas cuan lejos dejas que el otro llegue, revierte el control del activo al pasivo. De costado está buena también, es mimosa.

Te seguiría contando pero de tanto hablar de esto se me paró. Hay mucha gente que necesita saber mas porque tienen ganas y miedo a la vez. Así que si alguien se anima a seguirlo en algún comentario será bienvenido por el resto de los lectores.

Pásenla bomba.

lunes, 21 de julio de 2008

La Reinventada Trinidad

Dicen que una buena manera de lidiar con los miedos y las fobias es enfrentarlas. Una manera de llegar a enfrentarlas, es hablar de ellas. En esta oportunidad voy a hablar de uno de los elementos que mas asco me producen sobre la faz de esta tierra.
EL HUEVO.
Las ocasiones en las que he tenido que llevar a mi boca su consistencia, su color y su sabor; han logrado hacerme desear no haber nacido. Todo lo que se relaciona con el huevo me produce ganas de insultar a voz en cuello. No hay ninguna variante en su cocción que pueda llegar a hacer que mis papilas gustativas digan “Si, acepto”.
Aclaro que solamente estoy hablando de los huevos de gallina o similares. La razón de mi aclaración se debe a que este verano, en el campo de un amigo, tuve que soportar durante un par de días a un pibe altamente idiota, quien no cesó en preguntarme si los huevos de pascua también me daban asco, si los huevos humanos me daban asco (pregunta cliche si las hay), si a mi me decían que era un rompe huevos porque los huevos me daban asco y los quería destruir, etc. No cesaba de hacer comparaciones tan inteligentes como esta, y en ningún momento se sintió acobardado por mi cara de culo. Solamente los huevos amarillos y blancos son el objeto de mi odio, con los demás está todo bien. Sobre todo con los humanos.
No tengo recuerdos de haber disfrutado de ningun huevo en ningun momento de mi vida. Sí tengo recuerdos de haber tenido que soportarlos en momentos en los que comía practicamente cualquier cosa, y no me detenía a analizar que era lo que desentonaba con el sabor general que estaba degustando. Hubo una epoca en mi niñez en la que podía llegar a tragar sin nauseas la parte blanca de un huevo de codorniz. Creo que era por su tamaño. Si se hubiera tratado de un huevo de gallina ni siquiera lo habria considerado.

Huevo Duro: Este es el punto de partida de mi asco. Muchas veces me dispuse a degustar una sabrosa empanada de carne y me encontre con los pedacitos de la inmundicia infectando todo el alimento y tuve que sacar pedacito por pedacito para poder comer. Ha sucedido también, que la empanada había sido conquistada por este enemigo de una manera tal que tuve que desistir del alimento y pasar hambre.

El huevo pasado por agua: El siguiente nivel de mi asco. No alcanzaba con que el huevo tuviera ese sabor tan nauseabundo, habia que darle esa consistencia blanda que empeorara su sabor y que agregara pestilencia aromática, logrando que tenga que apartarlo de mi para no vomitar.

El huevo frito: Mi asco magnificado. No hay palabras que puedan describir lo que siento ante su presencia. Empieza por el pánico, a este le sigue la sensación de nausea y culmina en una refinada indignación. Cuando alguien tiene la osadía de hacerme un mal semejante como es comer un huevo frito en mi presencia, solamente los que me conocen bien saben el autocontrol que tengo que ejercer para no perder la compostura y salir corriendo.
En repetidas ocasiones pedí una hamburguesa completa con lechuga, tomate, queso y panceta. SIN HUEVO, POR FAVOR. Cuando veo que el mozo trae mi plato con la deseada hamburguesa, mi corazón palpita desenfrenadamente al ver ese monstruo blanco y amarillo desparramado arriba de mi manjar. ¿Como podría explicar mi frustración? Imaginense que se piden un sabroso helado del gusto que ustedes prefieran y que el heladero lo corona con un bombón de materia fecal y podrán entenderme.

Creo que gracias a que aborrezco al huevo, soy ateo. El huevo es una concentración de materia desagradable que representa a Dios en la tierra. He intentado explicar esta teoría repetidas veces sin lograr que alguien pudiera interpretar mis palabras. ¡Oh, hombres necios! ¡Hacedores de falacias! ¿Tan dificil les resulta ver que el huevo representa la santisima trinidad?, es decir: El Padre, El Hijo y El Espiritu Santo. Estas son las tres personas de Dios. Los tres pueden funcionar de forma separada, pero a la misma vez los tres son uno, los tres son parte de lo mismo. Siendo El Padre: el verbo y acción, El Hijo: su forma humana y El Espiritu: bueno... lo espiritual supongo. No vamos a hablar de machismo en este momento, ya que la religión diocesana es la mas grande expresion legal del machismo chovinista. El idioma español ha logrado- sin proponerselo- redimir a esta trinidad incorporando a la figura femenina.
El huevo es un varón que encierra a dos mujeres españolas: Clara y Yema. Los tres son huevo, y los tres se pueden usar en forma separada. A su misma vez, los tres son parte de lo mismo. El huevo se puede llamar al producto terminado por la gallina (o cual sea el ave que lo produjo), Clara tomaría el lugar de Jesús y Yema tomaría el lugar de Ghost (el espíritu). Mujeres feministas: ¡Levanten su copa por esta merecida reibindicación!
El huevo en mi vida representa la materialización de Dios y su forma de querer ajusticiarme por no seguir sus caminos. Si es que el me está escuchando en algún lugar del universo tengo esto para decirle: He seguido tu camino, y descubrí que prefiero el camino de los impíos, de la misma forma que me he atrevido a probar el huevo en todas sus formas posibles y descubrí que prefiero no consumirlo.

Para quien decida seguir mi misma doctrina: No te rindas. No estás solo. Mandame un email y armaremos una revolución.

Gracias.

viernes, 18 de julio de 2008

Parca Jodida

El que diga que no piensa en la muerte es un fucking hipócrita. Todos pensamos en la muerte, la frecuencia varia de acuerdo al momento en el que nos encontramos en la vida.
Últimamente he pensado en la muerte bastante, porque me tocó vivir situaciones en las cuales personas allegadas a mi estaban lidiando con la muerte en diferentes formas: un amigo me cuenta de una enfermedad que tiene, una amiga me cuenta que una amiga murió, mi mamá tiene una gata que está a punto de palmar, etc. No pude dejar de pensar en mi propia muerte. Durante muchos años dije “Obvio que yo no me muero ni en pedo. Dudo que el mundo pueda seguir sin mi, sería demasiado aburrido”. Con el tiempo comprendí que no solo puede seguir sin mi, sino que casi nadie lo notaría ya que no llego a ser siquiera un granito de arena en el Sahara.

La muerte está en todas partes al igual que la vida, solo que la notamos mas por lo sensacionalista que suele ser su manifestación. Convivimos diariamente con la muerte sin tenerlo tanto en cuenta porque no solo se mueren los humanos y los animales; también se muere la batería del celular, el celular mismo, el motor del auto, el sahumerio, el sistema en las oficinas, el día, la noche, el recital que fuimos a ver, etc. Incluso nos llevamos la muerte a la boca diariamente cada vez que comemos, puesto que toda la comida esta muerta.
La idea de la muerte nos disgusta pero la usamos constantemente en nuestro vocabulario cotidiano: “Que cansancio, estoy muerto”, “No te puedo creer, me quiero morir”, “Che la obra fue un bajón, el público estaba muerto”, “Subir estas escaleras es la muerte”, “Dejalo en punto muerto”, “Que personaje, me hizo morir de risa”, “Si me dejas te mato”, “Si no te tengo me muero”.
Creo que todo es muerte porque todo tiene una conclusión. Todo tiene una conclusión sencillamente porque todo tiene un principio. La muerte nos resulta grave porque en la sociedad en la que vivimos se vive como algo trágico, por lo tanto, para nuestra mente es realmente trágica. Otras sociedades tienen una visión de la muerte totalmente distinta a la que tenemos nosotros, ellos ven la muerte como un cambio de estado, como un nuevo comienzo, por ende, su escala de valores frente a un montón de cosas, también cambia radicalmente. En algún punto hay que resignarse a que es inevitable, como así también es inevitable el envejecimiento que eventualmente conducirá a la muerte.

He escuchado esa frase “Hay que vivir como si fuera el último día de tu vida”, yo disiento bastante con esa filosofía. Si supiera que es el ultimo día andaría estresado porque se que me voy a morir, entonces tengo dos opciones: 1) Tirarme por ahí a esperar que ese inminente final se haga presente y que me agarre tirado arriba de una pila de ropa sucia o 2) Hacer un montón de cosas para que no me quede nada en el tintero; lo cuál es imposible porque siempre va a haber algo que te haya quedado por hacer.
La realidad es que mañana quizás esté y quizás no, y ya. Lo que hice lo hice, y lo que no... bueno la respuesta es simple: No. “Baste a cada día su propio afán”, dice la Biblia. Frase que me parece bastante interesante y aplicable a estos casos. Sin embargo, prefiero quedarme con una frase que una vez me dijo mi psicóloga: “Tenes que empezar a vivir como te querés morir”. Creo que esta frase es hasta ahora la mas acertada.

Estuve investigando sobre las cosas que hay que hacer antes de morir, lo que la gente piensa y las estadísticas que existen. Copie los links acá abajo para que vean por uds mismos, hay cosas que son bastante ocurrentes y hay otras que son muy pelotudas. Igual es entretenido:

8 cosas antes de morir
50 cosas que hay que hacer antes de morir
25 cosas antes de morir
100 cosas que hay que hacer antes de morir


miércoles, 16 de julio de 2008

El Kohinoor

Cuando era chiquito iba a la colonia. Si, la colonia. Ese lugar donde te hacen hacer mil boludeces cuando lo único que vos querés es estar en la pileta. No iba porque me interesara sino porque mi vieja trabajaba y en algún lugar me tenía que quedar. La colonia era en un club en Castelar (barrio de zona oeste lleno de gente que hace poco tiene dinero).
No tenía amiguitos porque yo era un nene anteojudo, raro y pobre; la clase de nene que la gente de Castelar prefería tener lejos de sus hijos. Encima, hijo de esa mina soltera. Una atorranta, sin lugar a duda. No hablaba con nadie, solamente leía libros de la colección Robin Hood y dibujaba. Un pelotudito automarginado, digamos.

En la hora del almuerzo, yo siempre compraba la comida en el buffett y mi mamá cuando me iba a buscar les pagaba lo que yo había consumido. Como en ese fragmento de mi vida yo era tan introvertido y tan raro, había algunos nenes que se aprovechaban de eso. “Che, Marce. ¿Vamos a comprar fiado al buffett?” Y se ve que yo como quería que sean mis amiguitos les decía “Bueno, vamos”.
La cuestión es que mi mamá terminó pagando el almuerzo de varios chicos. O sea, de varios chicos de Castelar. Estos chicos no necesitaban que nadie les pague el almuerzo, pero la viveza criolla viene en los genes, no es solo de los adultos.
Mi mamá hablo con la vieja del buffett y le explicó la situación. Acordaron que solamente me vendería a mi y que se fijaría que no haya buitres merodeando en el momento de la venta.
A los chicos que eran mis "amigos", no les gustó para nada este cambio de tesitura y automáticamente dejaron de hablarme. Recuerdo que había uno de ellos que era un gordo con corte Carlitos Balá (aunque creo que todos teníamos ese corte), y era el mas mala onda de todos. A la misma vez, dado su exagerado sobrepeso, era el mas torpe y cada vez que hacían alguna maldad y querían escapar de la escena del crímen, el siempre se patinaba y se caía. Que idiota que era, por dios.

Una tarde que esperaba a que mi mamá me venga a buscar, la panza me hacia un ruido terrible. Tenía mucho hambre y no tenía dinero para comprar nada (tenia seis años, ¿que querés?) y el buffet ya había cerrado. En la puerta del club estaba el gordito con corte Balá comiéndose un enorme pebete de queso, tomate y alguna otra mierda.
Lo ví y casi me convierto en Gollum.
“¿Me convidas un pedacito?” Le pregunte al gordo, suponiendo que me iba a convidar ya que yo siempre le compraba comida.
“Rajá de acá, enano. Comprate” Dijo el gordo con la boca llena de sanguche, mostrándome su contenido cual visor de lavarropas. No podía creer que el gordo me había contestado eso. Yo era bueno con el, ¿por qué estaba siendo tan malo conmigo?
Me quede ahí sentado en la puerta del club con mi mochilita de Mickey. El gordo seguía tragando y tragando. Hacía ruido. Se deleitaba en el sanguche que el se estaba comiendo y que yo estaba deseando. Cuando terminó se chupeteó los dedos grasulientos. Yo lo miraba a los ojos fijamente con una mirada muy parecida a la del perrito de Hush Puppies (hacía arriba porque el gordo era mas alto que yo).
“¿Qué mirás? ¿Te debo?” Preguntó el gordo con el resto de sanguche que estaba masticando.
Calmo y sereno, deje mi mochila en el piso y con toda la fuerza que podía ser capaz mi diminuto cuerpo de seis años de descargar, catapulté mi puño hacia su prominente barriga y le di la única piña que di jamas a alguien en toda mi vida.
Fue un éxito rotundo. El gordo no solo escupió el resto de su sanguche, sino que se doblaba sobre su barriga y se erguía como si estuviera haciendo reverencias y agradeciendo aplausos. Pero su descolocada cara pecosa me decía que el momento estaba lejos de ser placentero.
En seguida vinieron unos adultos en su auxilio y cuando lograron que pare de agradecer aplausos y ergirlo, la cara del gordo se puso palida y de su boca salió una gran catarata de vómito. Me hizo acordar a la chica del Exorcista.
Mientras sucedía esto mi mamá llegaba a buscarme, y nos alejabamos de la escena mientras el gordo bañaba a todos los que lo rodeaban en su ensanguchado vómito.

No se si el gordo vomitó por mi golpe, o por la vergüenza que le debe haber dado que un enano como yo lo haya dejado knock out. Creo que por lo segundo.
Ya sabes: No jodas con un nene que habla poco. Te puede dar una sorpresa.

lunes, 14 de julio de 2008

Inexperiencias Traumáticas: ¡Asesino!

Siempre veraneaba cuando era niño en Ingeniero Maschwitz. Ahí se encontraba en esa época el camping recreativo de la comunidad adventista del 7mo día, a la cuál mi madre y yo pertenecíamos. Creo que no conocí el mar hasta los doce años mas o menos. No teníamos recursos económicos como para hacer otro tipo de veraneo y además mi mamá tenía que trabajar. El plan consistía entonces en que nos íbamos en carpa y los días que mi mamá tenía que trabajar me dejaba al cuidado de los caseros del camping y yo jugaba junto a los niños del lugar, que eran mis amigos del verano.
Tengo recuerdos de que el camping era bastante lindo. Mucho espacio verde, arboles, un arrollo de agua podrida rodeado de yuyos al cuál los niños llamábamos “La Jungla”, en donde siempre vivíamos temerarias aventuras llenas de peligro y acción.
Sin lugar a dudas, la principal atracción para los pequeños era la pileta. Ahora que soy grande me parece que esa pileta era chica y fea, pero en ese momento era todo lo que nos importaba en el mundo, y nadie nos podía sacar de ahí en todo el día.
Cualquiera que haya estado en una pileta que queda en medio del campo sabe que miles de ranas y sapos suelen jugar en la pileta tanto o mas que los niños. Nosotros estábamos totalmente fascinados con estos animalejos inmundos y los perseguíamos, los observábamos con detenimiento y los estudiábamos. Una vez que habíamos entrado en confianza, los metíamos en un balde para ver cuanto tiempo podían convivir las bestias sin asfixiarse. Habíamos escuchado ese rumor que cuenta que si agarras un sapo y lo das vuelta con su colita apuntando a tu cara, el sapo, por puro instinto de preservación, te tira un chorro de meo que te puede dejar ciego. Bueno, no dejó a nadie ciego, pero a mi uno me tiró un pichin que fue a parar a mi boca y creo que el gusto agrio que me dejó no me lo logre sacar por una semana.
Por la noche, cuando el casero encendía las luces de mercurio, veíamos en el pasto un leve movimiento. Eran los sapos y las ranas que saltaban para buscar a sus hijitos, o para escapar de nosotros, no estoy seguro. A nosotros nos agarraba un ataque de alegría y empezábamos a gritar como indios y a correrlos.

Una vez, alrededor de la pileta, estábamos haciendo una de nuestras cacerías en la cuál habíamos tomado a unos veinte sapos de rehenes. La idea era tener el balde repleto de anfibios y esperar pacientemente a ver si sus amigos venían a su rescate. Si sus amigos encaraban la misión y aparecían... no se... ahí veríamos que se nos ocurría hacer con ellos.
Escuchábamos el croar angustiado de los pequeños miserables, pero sus amigos habían decidido salvar su propio pellejo y no venían a por ellos. Esperamos diez minutos, después veinte. Nada. Ningún otro ser verde aparecía en la escena. En un momento vemos que una ranita habilidosa pega un salto magistral y logra salir del balde.
¡Horror y condenación! ¡Esta bastarda quería arruinar nuestro plan!
“¡Chicos, se escapa la rana! ¡Corran! ¡Marce, hace algo!” gritaba a voz en cuello nena-rubia-cuyo-nombre-no-recuerdo.
Como un policía en servicio, me puse rápidamente de pie y tome mi arma caza-ranas que era el mosquitero ese que se usa para limpiar la pileta. Corría tras ella lo mas rápido que podía, pero la maleante rana había tomado mucha sopa y era mas rápida que yo. Con su corazón a mil trescientos latidos por segundo, el estresado anfibio intentaba salvar su vida luchando contra viento y marea, pero se empezaba a cansar y sus saltos ya no recorrían tanta distancia como al principio de la persecución. Una vez que logré acercarme lo mas posible, intenté cazarla con el mosquitero pero cada vez que trataba de levantarla, ella pegaba un salto y se me escapaba. Los tres niños que permanecían al lado de la pileta, me alentaban con cánticos de victoria. Esos cánticos desataron el monstruo que se escondía en mi. Con los ojos inyectados, la mandíbula trabada y convertida en quijada de piraña, levante mi arma velozmente y descargué un violento golpe sobre el indefenso animal: “¡Tomá, hija de pu-TAAA!”, grite al aplastar a la verde saltarina.
Al terminar de dar ese golpe y ver a la rana inmóvil a través del mosquitero, fui consiente del horror que tenía delante de mis ojos. Levante el mosquitero y mire a la rana enmudecido.
“¡Marce! ¿Qué pasó?”, preguntó nena-rubia-cuyo-nombre-no-recuerdo.
“La mató.” Dijo fríamente su hermano.
“¿La... mataste?, preguntó la niña balbuceando.
Me agaché y traté con cuidado de ver en que situación vital se encontraba mi víctima. Parecía muerta. No se movía. De repente, veo que su panza se mueve. ¡Estaba respirando! ¡Si! ¡No se había muerto! ¡Estaba bien y seguramente íbamos a seguir jugando!
“¡Che, me parece que no! Ahí se le mueve la...”
Nunca concluí la frase. El estomago de la rana se infló mas de lo normal y lentamente se desinfló. La rana volvió a quedar inmóvil. Con cautela acerqué el mosquitero y moví el cuerpo de la rana. No respondía. Repetí la acción. Tampoco se movía. Era un hecho: la rana había dado su ultimo respiro y entraba en la inmortalidad. Gracias a mí.
“Chicos...la rana se murió”. No te das una idea de lo fuerte que sonó esa oración mientras la decía.
“!No!”, gritó horrorizada la rubiecita “¡Asesino! ¡Asesino! ¡Es de Dios y la mataste! ¡No te vas a ir al cielo! ¡Asesino!”. La niña rompió en un llanto desgarrador y continuaba diciendo cosas incomprensibles. “¡Te juro que fue sin querer!”, atine a decir para calmar a la niña. Ella seguía llorando cada vez mas fuerte y repetía “¡Asesino! ¡Asesino!”. Su hermano fastidiado le dijo “Pero para de llorar, mogólica. Era una rana de mierda”. La nena repetía la misma palabra una y otra vez: “¡Asesino! ¡Asesino!”.
Al llegar a la carpa y recostarme no podía dormir. Me arrodille y como me habían enseñado en la iglesia, hice una oración y le pedí perdón a Dios y a Jesús en forma separada por haber terminado con la vida de la rana. Sentía que esa absolución nunca iba a llegar.

Creo que ese fue mi último veraneo en Ingeniero Maschwitz, pero el fantasma de esa rana me perseguiría durante años por venir. Nunca pude eliminar la culpa de mi conciencia, y el recuerdo de la rana con su carita de hija de puta siempre se encuentra al acecho, en un rincón de mi psiquis.
Si alguna vez ves una rana y la querés matar, no lo hagas.
Por mas inmunda que sea su apariencia, ella también tiene derecho a vivir.

sábado, 12 de julio de 2008

El Armario Maldito

Un amigo ayer me dijo que estaba a punto de confesar a su madre que es homosexual.
¡Que huevos, por Dios! No debe haber una cosa mas difícil de decir que esa cuando uno es un pendejo. Podes decir que repetiste de año, que estás embarazada, que te llevaron en cana, que te drogas, pero confesar que te gusta gente de tu mismo sexo a tus padres es algo que no llegas ni a imaginar. Probablemente lo sentiste por mucho tiempo, pero no se lo podías insinuar ni siquiera a tu sombra, mucho menos decírselo a tus padres. Por ahí con algún amigo o grupo de amigos está todo bien, pero muchas veces tenes esa sensación de que si se enteran cual es tu orientación sexual los vas a perder. A los chicos que me cuentan esto yo secamente les digo: “Si los perdés, es mejor así porque significa que nunca los tuviste”. Sin embargo, se que esto es fácil de decir para un puto viejo como yo, que ya no tiene nada que perder porque se lo ha gritado a los cuatro vientos desde su juventud, pero para alguien que todavía no transitó ese camino, hablar sobre su sexualidad puede ser algo muy difícil.
Como lo vayas a vivir vas a ser acorde a la crianza que hayas tenido y el ámbito en el que te hayas movido. Para mi salir del closet era algo inconcebible porque venía criandome en una comunidad estrictamente religiosa desde los siete años de edad, para los cuales el “comportamiento homosexual” significaba una de las mas grandes aberraciones humanas.
“¡Es la degeneración total!”, me dijo la directora del colegio primario al que yo iba después de que nos encontraron a mi y a otro nene mas acariciandonos en un rincón. El revuelo que se armó fue monumental. Nos increparon a los dos para descubrir quien era el desviado corruptor y quien la victima. Se ve que pensaron que la victima era yo porque al otro chico lo echaron del colegio, después de humillarlo públicamente.
En esa oportunidad era muy chico y pude esquivar la tormenta. El hecho que pensaran que yo era la victima me ahorró una gran cagada a palos por parte de mi progenitora. Mi mamá varias veces me había dicho que tener un hijo puto era una desgracia horrible y que si yo alguna vez llegaba a ser como Gasalla o Bruno Gelber, me iba de casa. Este era mi secreto. Secreto que tenía que guardar con mi vida. Secreto que nunca, bajo ningún punto de vista podía ser develado. A nadie.
Escuchaba tantas cosas que me aterraban, que a medida que iba siendo mas consciente que no había vuelta atrás en esto, me acomodaba mas y mas en mi armario. Por un lado tenía todo el lavado cerebral que recibía en la congregación adventista del 7mo día, y por el otro lado escuchaba cosas en boca de mis compañeros de colegio, mi madre, la gente del barrio y los programas de televisión que me llevaban a esta angustiante conclusión: Contar lo que me pasaba significaba morir en vida; mejor quedarse callado y mentir.

Cuando ingrese al colegio Manuel Belgrano de Ituzaingó en el año 1991, me sorprendí con la facilidad que todos los varones jugaban a ser trolos. Se daban picos, se tocaban el culo, mariposeaban por ahí. Pero eso si, eran machos. Se cogían minas (o trataban). Tomaban cerveza, buscaban siempre alguien para terminar matándose a piñas y escuchaban Green Day o Ramones. Si por casualidad llegaban a ver un chico amanerado por la calle a la noche, no tenían ningún problema en ir a demostrarles que era ser macho y lo cagaban bien a golpes. “A los putos hay que matarlos a todos" decían después de contar la hazaña. Varias veces me escuche a mi mismo decir esa frase. En fin, así era ser gay en los noventa, en provincia.
Llegó el año 1993 y Madonna vino a dar su concierto en Buenos Aires, como parte de su gira “The Girlie Show”. Obviamente que este puto había sido fanático de Madonna desde “La Isla Bonita”, así que ese viernes me fui hasta River para ver el show. Solo, obviamente.
Cuando llegue a River y vi tantos putos y tortas besándose, de la mano y hablando en voz alta sobre su condición sexual, algo me estalló en el cerebro. Esto no podía ser verdad. La putez era algo para esconderse y avergonzarse, no era para estar viviendolo de esa forma. ¿Como se animaban? ¿Como no tenían miedo?
Esos dos recitales cambiaron mi vida para siempre. Después de conocer lo que era vivir en libertad me invadió una rebeldía y una bronca con todo lo que me rodeaba tan grande, que empecé a buscar formas para darle a entender a los demás quien era yo sin realmente decirlo.
Entre los fans de Madonna había un chico que estaba un poco enamorado de mi y me había escrito una cartita. A mi no me pasaba lo mismo con el chico, pero la guarde en un bolsillo para leerla mas tarde. Una noche estaba con el dando vueltas por ahí, y se me hizo tarde. Llegué a mi casa en medio de un diluvio torrencial, cerca de las cinco de la mañana. Mi mamá preocupada, sin conocer mi paradero, hurgó entre mis bolsillos deseando encontrar un numero de teléfono de algún amigo para saber donde estaba (en esa época los celulares los tenían solo los empresarios). Encontró la cartita.
Abro la puerta y mi mamá tenía la misma cara de Largo de los Locos Adams:
“¿De donde venís?”. Su cara me decía que esta noche iba a haber piñas.
“De por ahí con los chicos”, dije con voz de boludito.
“Quiero que agarres todas tus cosas y te vayas”. Mi vieja ve muchas novelas
“¿Por qué?”
“¿Por qué? Vos sabes muy bien porque”.
Se enteró. Era obvio que se enteró. Pero, ¿como? Yo hasta ese momento siempre había sido extremamente cuidadoso, no había forma que ella supiera que...
La cartita. ¡La encontró! ¡Uy, la reputa madre que lo parió! Cómo mierda la encontró si yo la tenía... ¿en donde? ¿Donde carajo la guardé?
“¿Quién es Gastón?” ¡Si! ¡Grande Alberto Migré, carajo! Me iba desenmascarar cueste lo que cueste.
“Ehh... yo... eh...soy... eh...” Que idiota, no podía ni hablar.
“¡Vos sos un PUTO!”
Ahí estaba. El final del camino. Lo dijo. Y lo dijo con mayúsculas. Vi mi vida entera pasar delante de mis ojos. Tenía toda la razón en mis sospechas. Esto era la muerte. Pero era la muerte de alguien que ya había vivido suficiente y no quería seguir. Era el nacimiento de una persona nueva.
Sin decir ni una sola palabra me cambié la ropa empapada y me fui. Me acuerdo que salí de mi casa corriendo con toda la fuerza que me daban mis piernas y atrás quedaban los gritos de mi vieja “¡No te quiero volver a ver nunca mas, degenerado de mierda!”. Corrí y corrí. No tenía idea donde iba, solamente tenía que correr y escaparme de esa pesadilla.
El resto de esa noche lo dormí por la calle, después fui a la casa de alguno de los chicos fans de Madonna. Ellos eran los únicos que me podían entender, y los únicos dispuestos a luchar por una causa común. Todos estábamos en la misma.
Unos días después hable con mi mamá y me vi forzado a decir lo que nunca había dicho: “Ma, soy gay”. Silencio sepulcral, seguido de escena de Migré: “¿Pero como? ¿Por qué? ¡Es un pecado terrible! ¿En qué me equivoqué? ¿Qué es lo que ves en los hombres?” Estuve tentado a decir “Lo mismo que vos”, pero no lo dije.
Entre llantos y puteadas, mi mamá hizo lo que se estilaba en esa época. Me mandó a una psicóloga. “Vas a ver que vas a hacer un tratamiento y te vas a curar”. La psicóloga pudo ver que yo ya tenía una postura resuelta, entonces termino atendiéndola a mi vieja. Hoy por hoy mi vieja recuerda esos días y se caga de risa de lo cavernícola que fue.

Mi amigo, el que está pasando ahora por lo que yo pasé hace tanto tiempo, me dijo despues de hablar con su madre: "No me siento aliviado. Esta todo mal”. Esto es logico. Durante un tiempo no va a estar aliviado, durante un tiempo las cosas van a parecer que están cada vez mas podridas. Pero supongo que es como cuando te ponen ortodoncia. Tenes los dientes torcidos y no te los bancas. Después no solo los tenes torcidos sino que encima, alambrados. Pero llega un día en el que se enderezan, los alambres se van, y aparentan haber estado siempre derechos. Me gustaría poder transferirle mi experiencia, pero es imposible. Es un camino que tiene que transitar, y a ese camino no se lo puede obviar.

¿Salir del armario o quedarse adentro? ¿Se está cómodo adentro o se está incomodo? Puede sentirse una comodidad provisoria, pero es una comodidad ficticia. Una vez que entendés lo que es vivir en libertad, podes ver cual es la verdadera comodidad.
Y ya no querés volver a estar encerrado.

Dimensión Alternativa

No puedo escribir en esta computadora.
No se me ocurre absolutamente nada.
No le tengo confianza. Es como cuando estudias teatro y te hacen hacer ese ejercicio que tenes que cerrar los ojos y tocarte las manos con uno de tus compañeros. Odiaba eso aunque el pibe estuviera bueno. Esto es parecido.
¿Será que todavía tengo que acostumbrarme como cuando uno duerme en un colchón nuevo o en la casa de alguien donde nunca pasó una noche completa? Espero que la respuesta sea esa porque sino el capricho me salió un poco caro. Si, adivinaste. Tengo compu nueva.

Siempre quise tener una notebook. Fantaseaba con ser dueño de una cada vez que veía alguien usando una, y hoy por hoy eso sucede demasiado seguido. Me imaginaba poder irme a la mierda cuando quisiera y poder llevar todas las cosas que me gusta hacer conmigo.
Bue, a ver, dicho así parece que lo único que me gusta hacer es estar con la computadora...
Mmm...
Odio tener que admitir que esto es verdad y que soy un freak de computadora, pero lo soy. Ya no hay vuelta atrás. Si bien tengo una vida social muy activa, con varios amigos ( algunos posta y otros de jodas), mi relación con mi computadora es única, irreemplazable y casi tan estrecha como la que tendría con un novio. Alguien podría decir, “Bueno conseguite un novio y vas a ver que esto va a cambiar”.
¿Como puedo explicarte que no, que no es así? Tuve un novio, y durante siete años. Fue con él que aprendí a amarla. Fue él quien me la presentó. Fue él quien me dejó tocar ese cuerpo cuadrado de aquella 486 con Windows 3.1 que andaba mas lenta que una babosa resfriada.
Ocurrió en el año 1998, época en la que la tecnología estaba tan lejos de ser lo que es hoy, que me sale un sollozo al pensar cuán joven era. Mi ex chico estaba en la casa de sus padres haciendo tiempo para entrar a trabajar. Estaba jugando al tetris o alguno de esos juegos y yo dije por detrás de su oreja “Que boludez que me parece estar con la máquina esa todo el tiempo. Nunca podría ser de esos que viven frente a una computadora”.
Corte. Plano general de Marcelo boludizado frente a una notebook diez años mas tarde.
Solamente necesitaba pasar una tarde con ella para cambiar de opinión.
Ese fue el principio de una gran y sólida relación. Ella y yo. Mi novia. Lo interesante es que nuestra relación sobrevivió a la relación con mi novio. También sobrevivió a algunas amistades.
Y hablemos con honestidad, la computadora no viene sola. Viene con internet. La computadora con internet es como una novia de dos cabezas. Una cabeza no puede vivir sin la otra.
Internet es un mundo diferente al que entramos, esa es la sensación que me da. Sobre todo lo veo claramente las veces que fumo un porro. Literalmente un mundo diferente. ¿Te acordás que en la película La Matrix, para entrar en ella, los protagonistas se enchufaban a una máquina que automáticamente los zambullía en ese mundo virtual? Bueno, creo que Internet es la matrix, pero sin ver los codiguitos. Vamos a lugares, compramos cosas, leemos, escribimos, conocemos gente y la frecuentamos, tenemos romances y algunos también sexo, escuchamos música y radio, vemos televisión... bue, y sigue.
En Internetano (el nombre real del planeta) también hay crímenes, como en cualquier socidad habitada por humanos. Somos todos rencontra criminales, estamos hasta las bolas. Es impresionante la diversidad de cosas que se pueden robar. Imaginate que entras a una disquería en cualquier lado y toda la gente, con la mayor pachorra del mundo, se entra a llevar todos los discos cual productos de supermercado. Mientras sucede el siniestro, están los dueños del local, los vendedores y los de seguridad gritándote que no te podes llevar eso, que es propiedad privada y que podes ser procesado por la ley. Igual sos inmune a sus gritos y agresiones. Sin mosquearte y sin darte vuelta para decirles chupame la pija, te vas a otro local. Bueno, y así para siempre.
Lo extraño no es que suceda esto, sino que este mundo logre mantenerse balanceado aunque sucedan estos crímenes millones de veces al día. Nada colapsa. Todo se mantiene en funcionamiento.
En este mundo las cosas muchas veces se materializan, y lo que empieza siendo una ilusión termina siendo algo tangible. Tengo varias relaciones que se iniciaron en internet y ahora son parte del planeta tierra, por ejemplo. Lo gracioso es que no lo pensé detenidamente hasta hace poco.
La otra noche estaba charlando por msn con un flaco que conocí por internet con el que tengo una relación muy entretenida, estaba en una reunión de amigos, usando una notebook en el baño para que nadie me hinche las pelotas. (Si, soy cualquiera. ) Cuando le cuento al flaco la situación el me dice: “¿No saben ellos que hablas con alguien?” A lo que yo contesté “No digo mucho. La gente que sé que lo hace aveces me parece medio pelotuda”. El me contestó, "Si esto te parece pelotudo tendrías que reveer un poco tu situación".
Lo comento mas tarde con Alina (una chica que tiene historias muy copadas) y ella me hizo ver que casi todos los que estábamos en esa habitación habíamos sido conectados por internet, de alguna manera. Claro. Era verdad. Como había cambiado todo sin que me diera cuenta. Este flaco tenía razón. Estaba siendo un poco pelotudo.
No era yo solo el freak. Eramos millones.

Las computadoras y nosotros. Están prácticamente vivas, no estamos tan lejos de la película de ciencia ficción me parece. Terminator no parece una idea tan descabellada, después de todo.
¿Te acordás que cuando empecé a escribir esto sentía que esta computadora y yo todavía eramos ilustres desconocidos y solamente iba a poder escribir cuando tuviera su confianza?
Creo que entramos en confianza bastante rápido

viernes, 11 de julio de 2008

Ojala Coja Juicio

No tengo muchas pilas para redactar esto, te lo cuento así nomás.
Y dice:
En el colegio siempre tuve problemas. Creo que en todos los colegios siempre escuche el mismo cantito: “Es una lástima porque sos tan capaz, lo que pasa es que sos vago”
Era verdad. Era el más vago de todos los estudiantes del mundo. Un estudiante estudia, así que decirme estudiante a mí era un insulto universal a los estudiantes.
No podía evitar ser vago. Siempre me iba a gustar mas estar haciendo cualquier cosa menos cumplir con mis obligaciones.
El primer día de colegio sin embargo, lo empezaba con todas las ganas del mundo. Iba con mis carpetas, con mi cartuchera llena de lápices que todavía estaban enteros. ¡Tenía un saca puntas y todo! Pero después todo se iba al carajo. El entusiasmo por el colegio, el estudio y el deber no me duraba más de una semana. No estaba conforme con que yo no estudiara, tampoco quería que los demás lo hagan. Entonces me portaba mal y siempre terminaba en la dirección.
Cuando era chiquito supuestamente tenía problemas porque era un bastardito hijo de una pareja pecadora, o sea hijo extramatrimonial. A los chicos así los mandaban a la psicopedagoga para tratar de entender porque hacían lo que hacían.
En un momento me mandaron a una, pero yo descubrí todo su juego e hice su vida miserable. Era una mina que usaba pantalones nevados- recordemos que fui niño en los 80- y se teñía el pelo de rubio y le quedaba re mal porque era medio mulata. También hablaba con la G en vez de la R. Ej: “Si ves un pegggo en la calle, ¿lo tocás?” o "Agaggga ese papel, Marce". Me acuerdo de ella y me da un poco de lástima. Fue ella misma quién pidió que me transfirieran a otro profesional. Que forra.
Tenía serios problemas de concentración, dibujaba cosas raras, mentía, inventaba gente que no existía, hacía un montón de cosas para llamar la atención. Un pendejo bastante denso.
Mi vieja me tenía que criar sola y como era primeriza se mandaba mil cagadas y a mí después me quedaban mas traumas mentales. Por consiguiente en el colegio me iba cada vez peor. Era una cadenita de sucesos polémicos.
Cuando mi mamá se convirtió a la fe Adventista del 7mo día, me empezó a mandar a colegios religiosos. Si andas corto de traumas mentales, metete en un colegio religioso que en tres días te conseguís por lo menos cinco o seis traumas nuevos.
La mitad de mi "estudio" secundario la hice todavía en establecimientos pertenecientes al Adventismo. No se en que parte de mis primeros dos años decidí que iba a logar que la gente se diera cuenta que la doctrina adventista hacia agua por varios lados. A fin de mi segundo año me invitaron a retirarme por ser demasiado subversivo y me fui a un colegio “mundano”. (Así le llaman los adventistas a los colegios que no pertenecían a la religión)
Creo que recién ahí empecé a ser un chico un poco más estable. Estoy mandando fruta.
En tercer año caí en ese nido de pecadores intentando evangelizar a cuanto ser cruzaba mi sendero. En cuarto año fumaba tabaco, marihuana, tomaba alcohol y trasnochaba 3 días seguidos. ¡Si las hacemos, las hacemos todas juntas carajo!
La verdad es que estaba bastante tocadito.
Como ahora.
Pero es mejor así. Si estuviera sanito no tendría de que hablar en mi terapia y sería un embole. Tampoco tendría nada para contarles y este blog apestaría.
Quiero mostrarles un cortometraje sobre jovencitos trastornados con el que desde algún ángulo me identifiqué, aunque creo que yo era raro en una manera un poco más luminosa. Les presento el corto…mmm... no se como se llama, creo que no tiene nombre.
Escrito por y dirigido por Martin Shanly y alguna otra gente. Muy bueno. Gracias

jueves, 10 de julio de 2008

Inexperiencias Traumáticas: "Al Doctor"

Cuando tenía seis o siete años, jugaba con mi vecinita Marcela. Marcela y Marcelo. Que lindos.
Éramos inseparables y estábamos todo el tiempo juntos. Marcela vivía exactamente al lado de mi casa, en Ituzaingó; ciudad de la que soy oriundo. Nos gustaba tanto estar juntos que una noche o una tarde nuestros padres no nos dejaron salir a jugar y lloramos cada uno en su habitación desconsoladamente, durante horas.
Un día golpee las manos para llamarla y salió a atenderme su prima. Vivían todos juntos en dos casas construidas una atrás de la otra, muy italiano todo. No recuerdo ya su nombre, digámosle Miriam. Esta chica Miriam era mucho más grande que yo. Tendría unos 16 o 17 años.
“Marcela no está”, me dice Miriam. Tenia una voz grave y tranquila. Medio blusera, si se quiere.
“Uh… ¿sabes cuando viene?”
“No. En un rato. Fue con mi mamá a la feria”
Mi cara de desilusión debe haber sido muy notoria, porque Miriam se acercó hasta la puerta, sacó el pasador y me dijo:
“¿No querés entrar? Hice Vascolet”
“Pero, ¿y Marcela cuando viene?”
“No se, tardaran un rato. ¿Entras?”
“Si”.
Imaginate que todo esto sucedió cuando tenía seis años así que los recuerdos los tengo bastante fragmentados, pero de alguna manera terminamos sentados en el piso viendo Telejuegos. Cuando bebí el último sorbo de Vascolet y se terminaron los dibujitos, me aburrí de mirar televisión
“¿Jugamos a algo?” pregunte con mi tierna e ingenua voz de infante de seis años.
“Dale. ¿A que queres jugar?
“¡En mi casa tengo los rasti! ¿Los traigo?” Tenía muchas ganas de hacer un tren largo. Una vez había hecho uno re largo que llegaba desde mi cama hasta la puerta.
“Y pero tenes que ir y por ahí viene Marcela”
Tenía razón. Me quede pensativo por un instante, tratando de darle una vuelta de rosca a la disyuntiva. En ese momento Miriam preguntó entusiasmada: “¿Y si jugamos al doctor?”
Ahi nomas pense que esta mina era muy alta para jugar al doctor. Pero Marcela no estaba. En mi casa estaban los perros y los gatos de mi mamá. Ya había estado revoleando gatos, tomándolos de la cola y lanzándolos por el aire desde el mediodía, ni daba jugar a eso de nuevo.
“Bueno dale. ¡Yo soy el doctor, cante pri! ¡Ah, calenchu calenchu!” Decía mientras me incorporaba y saltaba de la alegría porque iba a ser el doctor.
“Bueno está bien. Vos sos el doctor y yo soy la señora que viene porque se siente mal” dijo Miriam.
“Si. Dale. Hola señora, yo soy el doctor” Trataba de poner lvoz mas grave, de doctor.
“Hola, doctor. Me siento mal” (me parece que actuaba como Betina O Conell.
”Venga. La voy a curar. Pongase acá” Señale el piso, donde yo ya había visualizado una camilla. .
Miriam se acostó en el piso siguiendo mis órdenes, no sin antes tomar un almohadoncito del sillón para apoyar su cabeza.
“Bueno señora, ahora la voy a revisar y la voy curar” Mientras decía esto, maniobraba mi estetoscopio invisible y le escuchaba el pulso en los brazos y la cabeza. Miriam se dejaba revisar y me miraba. Seguí escuchando con mi estetoscopio invisible y se lo puse en la garganta. Después en el plexo solar. Después en la panza. Miriam me tocó la mano. Decididamente, no me resultó agradable el contacto físico con esta señora:
“Ahí no me duele nada”, aclaró Miriam sin apartar su mirada de la mía.
“¡Dígame donde se siente mal porque sino va a estar enferma mas o menos hasta para siempre!”
“Me duele un poquito acá…”
Se levanto la pollera. No tenía bombacha. Tampoco tenía pito. Lo que tenía era un tajo peludo.
¡Esa es la concha!
Había escuchado ya algo de la concha. Algo sobre que la concha era de verdad y que era una rayita que las minas tenían adelante. A tu mamá se le abría la concha como un elástico y salías vos de ahí. Por eso si decías “la concha de tu madre” era por la parte esa de adelante.
Y ahora la había visto en vivo. Estaba ahí. ¡Tenía pelos! Esta chica si que es rara.
Miriam inspeccionaba mis ojos para comprobar cual era el grado de impacto que había logrado tener en mi y con su voz grave susurro: “Tocamela…”
Esa palabra sonó como desde la dimensión desconocida y en cámara lenta. Algo no estaba bien, desde ya. Ella no se tendría que haber levantado la pollera. ¿Por qué no? No se. A Marcela le sale mas lindo jugar al doctor. Con un hilo de voz conteste:
“Señora, ud esta enferma. Yo le voy a dar un jarabe…”
“Marce…” Con un brazo acomodó el almohadón bajo su cabeza y me repitió: “Tocamela…”
Nervios. Nervios. Nervios. Blanco. La película llega hasta ahí.
No recuerdo volver a haber jugado con ella a nada. Si recuerdo, mucho tiempo después, tal vez un año o dos, entrar a su pieza porque pensé que estaba Marcela; Miriam estaba con una amiga que le decía: “Si boluda, parece que se te abre todo como si fueras a hacer caca. A mi prima le dolió un poco”.
Cerré la puerta.

Las veces que conté esta historia, siempre algún pelotudo dice “Ah ves Marce, por eso sos puto, porque te pegaste un susto de concha”. Comentario que suele venir de varones heterosexuales, como es de esperar.
No creo haber contado esto nunca cuando era chico a nadie. A mi vieja definitivamente no porque sino no hubiera sido tan simpática siempre con Miriam, calculo. Son cosas que uno olvida y recuerda cuando ya no importan.

Hasta el día de hoy, no volví a ver otra concha desde tan cerca.

sábado, 5 de julio de 2008

Besar Un Alma

Nadie sabe que es el amor. Es algo que anda dando vueltas por ahí pero que no se puede definir. Como Dios. ¿Será por eso que dicen que Dios es amor?
Cada uno tiene su propia versión, pero ¿qué es? Creo que la gente puede a veces explicar que siente cuando dicen que sienten amor, pero no me parece que alguien pueda definirlo.
Sentir amor no es enamorarse. El enamoramiento es una ilusión, una idealización, o como diría mi psicóloga, el punto de partida de un amor. Nos enamoramos y escuchamos a los Mariachis en nuestra cabeza. Después de un tiempo, si puedo atravesar el valle de lodo que es conocernos y aceptarnos y que no me moleste mancharme, podré decir que te amo. Sino, era solamente las ganas que tenía de que fueras como te imaginaba.
Es una de las pocas cosas con las que casi todos los humanos nos podemos identificar o poner de acuerdo. Toda la gente siente, sintió o quiere sentir amor. Puede ser que no todos entremos en las tres conjugaciones que enumeré, pero con alguna todo el mundo se identifica.
Toda la gente quiere enamorarse. ¿Pero, por qué? Supongo que será porque es una experiencia que te hace sentir una plenitud similar a estar haciéndole un gol a Inglaterra.
En el afán de encontrar el amor, uno suele olvidar que el amor no se deja encontrar.Es algo parecido a cuando uno quiere recordar algo, y por más que lo intenta, se da la cabeza contra la pared y maldice, el recuerdo no llega. Solo llega en el momento en el que uno desiste de esa búsqueda. Para ejemplificar esto me gustaría contarte una historia linda:

Tengo un amigo que durante gran parte de su vida fue heterosexual hasta que dejó de serlo. Bueno, “dejó” es una forma de decir, digamos que amplió su visión de la vida.
Para proteger la identidad de mi amigo, vamos a llamarlo Versace.
Versace se casó cuando era extremadamente joven, y tuvo un hijo. Llamémosle Kenzo. Versace vivía el sueño americano argentino junto a su hijo Kenzo y su señora esposa…mmm… Carolina Herrera.
Iban a celebrar cumpleaños de Carolina Herrera y aprovechaban para festejar que ampliaban su sueño americano argentino. Se mudaban a una casa con jardín y todos esos manotazos de ahogado que uno da para salvar su pareja cuando todo se está yendo a pique.
Carolina Herrera tuvo la brillante idea de organizar una fiesta apoteótica con uno de esos chef que te preparan todos los manjares adelante tuyo y arman flor de desparramo.
Ese día era un evento familiar concurrido, estaban todos. Los padres de Versace, los de Carolina Herrera y los amigos de ambos.
El Chef , a quien vamos a llamar Alfa Romeo, hace una entrada triunfal junto con sus ayudantes con un número super producido de acróbatas chinos (Mentira, pero habría estado bueno). La gente maravillada por la comida y por el enorme poder carismático del chef, disfruta del evento mientras Kenzo- el nene de 3 años- corretea libremente aprovechando con plenitud cada segundo de su niñez. Corría, pasaba por debajo de la mesa, saltaba y esas cosas que hacen los nenes (uy, yo casi que sigo haciendo las mismas cosas ahora, que vergüenza…)
Cuando Kenzo vió todas las cosas raras que estaba haciendo Alfa Romeo con la comida (como armaba, decoraba, preparaba) fue a ver que onda. Lo bombardeó con todas las preguntas que los niños hacen en su insaciable curiosidad. Alfa Romeo no se limitó a contesar de compromiso onda “nene no jodas”, sino que se tomó su tiempo para contarle y explicarle todo. Alfa Romeo en un rato era el mejor amigo de Kenzo.
Versace hablaba con los invitados, se hacía el que era feliz con su mujer, bebía su copita de champagne; hasta que sus ojos se posan en la escena un-sol-para-los-chicos-ense que se desarrollaba entre el chef y su hijo. ¿Te acordas de Jerry Maguire? ¿La parte en la que Renée Zellweger ve que su hijo abraza a Tom Cruise con toda efusividad y se le mueve algo por dentro? Bueno, no te digo nada más.
Versace se unió a la conversación y podría decirse que ambos hombres se cayeron mutuamente muy bien. Alfa Romeo era aparentemente una persona muy dada y con la cuál se podía hablar de todo.
Al otro día, Versace se encontraba retozando en la paz de su hogar, cuando recibe un llamado:
“Hola, ¿Versace?”
“El habla. ¿Quién es?"
“Ah, ¿Qué tal, como te va? Soy Alfa Romeo”
“¡Alfa! ¡Que sorpresa negro! ¿Cómo andas?”
“Bien, bien, por suerte. Che te molesto un momento por una cuestión”
“¡Eh! No molestas para nada. Decime”
“No nada, que ayer me deje un set de cuchillos ahí, me acabo de dar cuenta hace un rato. ¿Te jode si los paso a buscar hoy?”
“No, ¿Cómo me va a joder? Venite cuando quieras que estoy en casa”
Alfa Romeo fue a buscar los cuchillos y se quedó hablando durante horas con nuestro amigo Versace. A Versace se le abrió un mundo nuevo. Había una energía especial, algo difícil de definir. Quizás ni el mismo se estuviera dando cuenta en ese momento, pero las cosas ya no iban a volver a ser como antes.
Versace jugaba al rugby (Si, rugbier…) y Alfa Romeo era el hermano de uno de los chicos que jugaba al rugby con el. Eso hizo que hubiera algo familiar, agradable, y hasta conocido en las conversaciones. “Una especie de camaradería”, esas fueron las exactas palabras que uso cuando me contó esta historia.
Versace estaba viviendo una mentira. Felicidad y bienestar aparente para todo el mundo, pero su corazón estaba insatisfecho. Había terminado el colegio antes que los demás. Había terminado su carrera universitaria antes que los demás. Se había casado a los 18 años y se despertaba al lado de la mujer con la que se había comprometido a pasar el resto de sus días y pensaba “Acá hay algo que no va”.
Tenía a su adorado hijo. Y si bien ese hijo era la luz de sus ojos y el motor de su vida, había un rincón de esa vida que estaba en penumbras. Versace había quemado etapas. Etapas que ya no iban a volver. Y en ese afán de llegar a la meta deseada, de conseguir el éxito y de construir su futuro lo antes posible, se le había olvidado vivir. Su alma de 24 años estaba pasando por la crisis de los 40. Necesitaba un lugar en donde dejar su pesada mochila. Este lugar lo proveyó Alfa Romeo.
Ese día habló y confesó muchas cosas que nunca pensó que le confesaría a un extraño. Y creo que justamente fue por eso, su interlocutor era el extraño mas conocido que había tenido.
De ahí en más, entre Versace y Alfa Romeo se inició una entrañable amistad. Una amistad distinta a todas las otras. La conversación de esa tarde se repitió muchísimas veces y con el tiempo, se volvía cada vez mas intima. Cenas juntos (en las que Alfa Romeo demostraba sus habilidades culinarias y consentía al pequeño Kenzo), partidos de rugby, conversaciones telefónicas, etc. El me lo resumió de esta forma “Era como estar con un amigo de años. Esos que saben todo de vos y te quieren igual pase lo que pase”
Había pasado ya un año de esta relación y un buen día, Alfa Romeo necesito sacar la única barrera que quedaba para que Versace realmente supiera todo de el. Le hablo de su homosexualidad. Quizás Versace no se sorprendió tanto por esta confesión, pero que más da. ¿Importaba? Amaba demasiado a su amigo como para que un detalle tan insignificante como ese cambiara lo que sentía por el.
Con el tiempo Versace concluyó su matrimonio junto a Carolina Herrera y se dedicó a encontrar nuevamente su lugar en el mundo.
Un día, los padres de Alfa Romeo mueren en un accidente. El chico estaba totalmente devastado. Se refugió en Versace, su único hombro para llorar y la única persona que podía acompañarlo en un momento de tanto dolor. Fue quizás el momento que más los unió. Los dos se necesitaban, los dos habían encontrado un hogar el uno en el otro, los dos sintieron que la vida los había revoleado de acá para allá y, sin embargo, todo parecía estar predestinado para concluir en ese momento. Momento en el cuál, entre consuelos, lágrimas y un par de puchos, Versace sintió la inexplicable necesidad de besar a su amigo en la boca.
Tal vez a ese beso le siguió un abrazo, a ese abrazo las caricias y a esas caricias el impulso de demostrarle a ese ser todo el amor que sentía con todo su cuerpo. ¿Qué otra cosa se puede hacer cuando todas las palabras del mundo suenan a poco?
Versace cambió su vida. Alfa Romeo también. Muchas iban ser las adversidades culturales que se iban a interponer entre ellos, pero no importaba. El cambio era para bien, era un bajo precio a pagar por tanta felicidad. Fue así como los dos, junto al pequeño Kenzo- por el cual ambos sentían adoración- construyeron un nuevo hogar.
Hoy por hoy cuando alguien habla sobre lo que es el amor, yo pienso en esta historia. Un amor tan grande que es capaz de saltar cualquier barrera de géneros y de cultura. Un beso como punto de partida de una nueva etapa. ¿Será un beso como ese el sinónimo de besar un alma? ¿No es este el beso del cual nos habla la literatura en cuentos como La Bella y La Bestia, por ejemplo?

Dios es amor. ¿Que carajo querían decir con eso? Tal vez el que inventó esa biblica frase había vivido una historia similar a la de Versace. Creo que definitivamente no hay una manera resumida de explicar que es el amor.

Mi amigo conoció el verdadero amor. Mi amigo pudo ver a Dios.